Cuando un sumiso decide entregarse a un Dominante creo que
renuncia a cualquier límite, solo debe estar seguro que la doma sea correcta y
que Su Ama/o valore no ya el grado de
dolor. Sino que no exista peligrosidad alguna.
Muchas veces le he manifestado con un gesto a mi Dueña que
me dolía una Pinza o he emitido una queja de dolor ante la presencia del látigo
o la vara. Ella ha valorado el riesgo y
ha continuado con la disciplina. Si hubiese habido riesgo se hubiese detenido
antes de mi queja.
Pero también hay alegría para el perro y ese es el caso de
este modesto servidor que está disfrutando del entrenamiento anal.
A cuatro patas mi lengua recorre el clítoris de la Dueña olvidándome
de las pinzas que prenden de mis pezones. Siento el lubricante en mi ano y un
Plug que entra despacio al compás de
ligeros tironcitos de la cadena que unen las pinzas.
De repente mi Ama se cansa de intentar follarme despacito y
de un empujón introduce los quince centímetros dentro de mi recto. Un ahí suena
brusco pero otro tirón de cadena me disuade de cualquier protesta.
Después siento como el plug sale y entra con suavidad masajeando dulcemente el interior del recto. Para ir consiguiendo
un placer extra. Mira mi pene y decide que hay que hacer algo. Empieza a
masturbarme al tiempo que mi boca se aposenta en su coñito.
De repente suelta mi miembro ordenandome que me masturbe al compas del
placentero masaje anal. El placer es inmenso ella lo sabe consintiendomelo dado que
desea premiarme.
Me derramo en el momento que un orgasmo me llega por vía prostatica. En ese momento siento como me quita las pinzas. Indicandome que recoja y
lama su vientre retirando el semen.
La susurro Ama no ha gozado.
La respuesta es.
Hoy te quería
ver disfrutar a ti.
Perro.
efe. {LL}